Por Sara Barquilla Guerrero
La Compañía Lucas Escobedo es un seguro de buen rollito y energía desbordante. Los seis artistas que se subieron a las tablas en el Teatro de la Comedia demostraron no solo múltiples capacidades en la puesta en escena, sino que consiguieron que el público saliera por la puerta con una sonrisa y un gran agradecimiento por el buen rato pasado. Farra es una locura muy bien organizada, como lo es la farra en sí misma. ¿Qué esperamos de algo que es sinónimo de juerga, parranda o jolgorio? Así que se propone una representación multidisciplinar que aúna distintas artes escénicas e interpretación musical. Y además, la obra transmite varios mensajes fundamentales, véase el pacifismo, la perspectiva de género y el buen humor como filtro implacable para enfrentarse a la vida en general y al Siglo de Oro español en particular. ¿Alguien da más?
Farra es una compañía de la legua que espera al rey, pero este no llega y mientras tanto deciden ir ensayando las distintas posibilidades escénicas que pueden ofrecer. Sin embargo, tenemos que estar preparados por si llega el monarca; ese “tenemos” incluye al público, que dispone de banderitas de colores en el patio de butacas que debe saber ondear llegado el real momento. El ensayo, por tanto, va más allá del escenario.
Farra es circo. Aro acrobático, mástil chino, malabares con pelotas. Son momentos en los que el público se dispone a disfrutar del espectáculo de otra manera, admirando la maestría y perdonando los errores, porque la farra permite las imperfecciones con naturalidad. El aro acrobático es acompañado de un tema musical y aporta belleza visual a esa parte del espectáculo. El mástil chino sirve para representar un duelo de espadas y se acompaña del verso áureo. En cuanto a los malabares, uno de los actores muestra su profesionalidad con hasta siete pelotas y luego todo el grupo realiza coreografías con las pelotas mientras interpreta canciones populares. El espectáculo circense es muy completo y está genialmente encajado en el conjunto.
Farra es música. La obra se inicia con una loa cantada de presentación para ganarse al público y a lo largo del espectáculo se utilizan varios instrumentos: batería, panderos, piano, guitarra eléctrica y acústica y, sobre todo, la voz, individual y en coro. La música está omnipresente en cada escena, en cada momento. Da alegría, dinamismo y fuerza. Y sobre todo, está muy bien interpretada, con mucho arte y belleza.
Farra es Siglo de Oro. Se hace un repaso por las obras y los autores, todo desde la fiesta y el alboroto. ¿Seguro que no da tiempo a representar varias obras en unos minutos? Claro que sí, en Farra todo es posible, solo hay que elegir los fragmentos más representativos aunque cada escena dure escasos segundos; por ello, de Fuenteovejuna a La vida es sueño no hay mayor distancia que un cambio de postura y una redistribución de los personajes. Posiblemente para el pequeño espectador estas escenas mínimas carecieran de sentido (el espectador adulto reía satisfecho con la identificación), pero podía hilar un leitmotiv con saborcillo a honor ultrajado y drama en bandeja de plata. No obstante, el objetivo no era comprender las obras o aprendérselas, sino regalar una panorámica fotográfica que, gracias al apuntador que identificaba cada escena y la velocidad de los cambios, se llenaba de humor y simpatía.
¿Podemos imaginar una descripción del Siglo de Oro sin pensar en los grandes nombres que firman las obras? Imposible. Por eso Farra hace un recorrido por los autores y autoras tanto de teatro como de poesía y narrativa, nos hablan de su vida, nos recitan fragmentos de sus obras y nos chivan algunos chascarrillos. Y lo mejor es la forma en que se hace esa transmisión: como una chirigota gaditana cuyas letras se permiten acidez y sátira, además de impregnar un ritmo muy pegadizo que concuerda perfectamente con la ocasión. Una verdadera maravilla.
Farra es teatro. Y teatro dentro del teatro. Este no solo es alegría, también tristeza y miedo, pero para eso está la compañía, para estar juntas en lo bueno y en lo malo. El actor o la actriz deben sonreír aunque no les apetezca y ese es un guiño para el pequeño espectador, para que sea consciente de la ficción y de que detrás hay personitas que están llevando a cabo un trabajo. Y esta vez toca esperar al rey y su retraso supone una serie de intervalos en los que suceden tantas cosas, entradas y salidas de los personajes, cambios de instrumento o un duelo de espadas. Todo puede pasar en el teatro.
Farra es el público que acude al teatro y disfruta con la obra. Por eso la compañía ofrece una oportunidad de poner en común los deseos del público y crear una catarsis colectiva con palmas, cantos, aplausos y alegría compartida. No es poco y, además, una propuesta preciosa.
Muy recomendable para todos los públicos, aunque quizá sea ambiciosa para el pequeño espectador. De cualquier modo, es un buen entremés (nunca mejor dicho) para iniciarse en el teatro clásico, con sus faldas abundantes y sus gorgueras, sus parlamentos rimados y sus emociones sin contener; de plato principal, teatro, circo y música de gran nivel; y de postre, una oportunidad ideal para pasárselo muy bien.
Por Sara Barquilla Guerrero
DATOS TÉCNICOS:
Vista el 29 de diciembre de 2024 en el Teatro de la Comedia (Madrid)
Reparto: Alfonso Rodríguez, Irene Coloma, Jesús Irimia “Xuspi», Lucas Escobedo, Paula Lloret y Raquel Molano.
Dirección: Lucas Escobedo.
Dirección y composición musical: Raquel Molano.
Dramaturgia: María Díaz y Lucas Escobedo.
Escenografía: Xavier Erra.
Ayudante de Escenografía: Amalia Elortza Izagirre.
Vestuario: Ana Llena y Soledad Seseña.
Sonido: Óscar Guzmán.
Asesor de palabra: Ernesto Arias.
Asesora de movimiento: Mar Navarro.
Maestro de esgrima: Jesús Esperanza Fernández.
Rigger: Isaac Flix.
Ayudante de dirección: Javier Cárcel Hidalgo-Saavedra.
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