Por Sara Barquilla Guerrero

Durante el mes de agosto, San Lorenzo de El Escorial celebra su patrón con un festival que aúna danza, flamenco y lírica, compitiendo en belleza con el espectáculo celeste que ofrecen las perseidas. Ya casi cerrando la propuesta de 2024, acudimos a disfrutar de la reconocida compañía Aracaladanza y su trabajo Va de Bach. Escuchamos la música del compositor alemán mientras disfrutamos de una puesta en escena que apuesta por la belleza absoluta y nos invita a dejarnos llevar por los surcos con múltiples bifurcaciones de la imaginación.

En escena cinco bailarines y una serie de objetos nos animan a contemplar, a interrelacionar, a pensar. ¿Qué significa esa mano gigante? ¿Y ese orangután que trata de seguir el ritmo a pesar de la rotundidad de su figura? ¿Y la vajilla que gracias a la coreografía parece volar o ser una extensión del cuerpo de las danzantes? Podemos buscarle significados, como que la mano es una metonimia del propio Bach, especialista en órgano y clave; sin embargo, otra opción es olvidarnos de las explicaciones racionales y abrir la puerta a las emociones: sorprendernos con la magnitud de esa mano inmensa; divertirnos con los movimientos torpes del orangután en contraste con la bailarina que le precede; entusiasmarnos con ese juego de brazos, tazas y platos que trazan unas parábolas increíbles y eclipsan nuestra atención.

El trabajo de la compañía es tan completo que tanto las personas y los objetos que aparecen en escena como los movimientos de unos y otros casan a la perfección con la música del compositor barroco. Sin darnos cuenta hemos viajado trescientos años atrás y asumimos que eso que observamos es la representación natural de aquello que escuchamos. No hace falta entender de música clásica, solo hay que saber disfrutar de la armonía generada por el conjunto. Además, la sencillez de la puesta en escena es solo aparente porque entre líneas se percibe el mimo y la delicadeza con la que se han montado las distintas escenas que componen Va de Bach. Esos tres siglos de distancia, además de la música, la aportan elementos como las pelucas barrocas, enormes y divertidas para el espectador del siglo XXI, así como los clavecines, instrumento musical del periodo.

Las escenas se van sucediendo con suavidad y los bailarines van desarrollando coreografías en las que juegan con los objetos que hay en escena y que, en varias ocasiones, sirven para enlazar los movimientos. Es el caso de las mesitas con ruedas, que van de un lado a otro, cambiando de manos y dirigiendo la atención del espectador a un extremo a otro del escenario. A veces, se da vida a los objetos incorporándolos a la danza mientras en paralelo se están componiendo figuras diferentes. Pero todo ello siempre en perfecta armonía, buscando un sentido global.

El humor busca y encuentra su hueco en Va de Bach. Algunas escenas despiertan directamente la carcajada, como cuando esas personas de los pelucones se sientan frente al espectador y se desternillan sin motivo aparente. Otro tipo de humor surge con lo inesperado, como la aparición del simio gigante o la proyección de ojos saltones y boca cantarina en unos globos, que terminan siendo explotados, para mayor sorpresa del público. Y el momento más divertido, la escena final, con esas danzantes que se deslizan como si patinaran y cuyas pelucas se estiran sin fin soltando espaguetis de papel que se dispersan por el escenario para enroscarse y divertir aún más. El final es apoteósico: los trajes aterciopelados y abombados de un rojo furioso parecen cobrar vida y la escena se atiborra de papel, risas y música. ¿Cómo no percibir placentera la música clásica contemplando escenas así?

Aracaladanza es especialista en crear espectáculos que rebosan belleza. Además de las coreografías o los símbolos, hay que destacar el vestuario suntuoso, variado y con distintas texturas. Las danzantes llevan mallas y camisetas negras sobre las que colocan prendas muy plásticas que, al moverse, crean o amplían las imágenes, como las mangas plateadas y bombachas de las figuras con máscaras, cuyos movimientos de brazos nos hacen pensar en criaturas extrañas y atrayentes. Y es que estas telas utilizadas transforman el volumen de las danzantes dándoles otra dimensión. Y otra dimensión es la que se ofrece cuando se abren unas puertas y al otro lado aparecen proyectadas unas bailarinas que compiten por la excelencia dancística. De nuevo otra textura, la ofrecida por la imagen audiovisual que, además, contrasta con el imaginario dieciochesco de la obra, pero también acerca Bach a la modernidad y lo hace compatible.

El pequeño espectador disfruta de este espectáculo porque no puede no sentirse atraído ante tal despliegue de posibilidades: la danza tan depurada, evocadora y delicada; los objetos elegidos, sugerentes de significado, sensitivos y crípticos a partes iguales; la abundancia colorista de rojos, blancos y dorados, tan llamativa y rica; la música, que es asimilada con facilidad. Solo se trata de abrir las puertas, como la escena de la proyección, y dejarse llevar por lo que percibe la vista, el oído y el tacto, que no es poco.

 

Por Sara Barquilla Guerrero

 

DATOS TÉCNICOS:

Vista el jueves 29 de agosto de 2023 en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial.

 

Idea y dirección: Enrique Cabrera.

Coreografía: Aracaladanza.

Intérpretes: Carolina Arija, Jonatan de Luis, Jimena Trueba, Aleix Rodríguez y Lydia Martínez.

Cover: Eduardo Alves.

Actriz cantata: Carla Maró.

Asistente de coreografía: Jonatan de Luis Mazagatos.

Música original: Luis Miguel Cobo.

Música adicional: J. S. Bach, Sheila Blanco «Bach es Dios».

Asesoramiento musical: Jorge Piccardo.

Diseño de espacio escénico y vestuario: Elisa Sanz (AAPEE).

Diseño de iluminación: Pedro Yagüe (AAI).

Diseño de vídeo escena: Álvaro Luna (AAI).

Diseño y realización atrezo: Ricardo Vergne (AAPEE).

Realización vestuario: Gabriel Besa y Pilar López Jurado.

Realización de escenografía: Mambo Decorados, Gerriets España.

Fotografía: Marcos G. Punto.

Producción ejecutiva: Patricia Torrero y Enrique Cabrera.

Producción y prensa: Javier Torres Ochandiano.

Dirección técnica: Enrique Chueca.

Distribución nacional: Alberto Muyo.

Distribución internacional: Ana Sala – Ikebanah Artes Escénicas.

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