Por Eva Llergo

Habíamos oído que asistir a un espectáculo de The Cross Border Project era toda una experiencia. El pequeño espectador ya había disfrutado con su teatro documental en Fiesta, fiesta, fiesta y con el resultado de los espectáculo creados por adolescentes bajo su guía en el programa Mundo Quinta de Espacio Abierto. Personalmente, sin embargo, todavía no había tenido ocasión de encontrarme con ellos y la ocasión se dio con su nuevo espectáculo La chica que soñaba.

La chica que soñaba es una obra de teatro foro y, como casi todas las obras de The Cross Border, necesita de un pequeño «manual de instrucciones» para comprender y disfrutar del espectáculo que una tiene delante. Este leiv motiv hace un guiño a su nombre. El proyecto cruza las fronteras del teatro convencional y ofrece propuestas que van más allá y que, por lo tanto, requieren su pequeña explicación para sacarles el máximo partido. Así pues, el teatro foro es una manera de entender el teatro con un enfoque democrático y participativo. Las cosas no son como las ha predispuesto la dramaturga (en este caso Lucía Miranda), ni como las interpretan los actores, sino que pueden ser de tantas maneras como las visualicen, entiendan o manipulen los «espect-actores». Estos, después de un primer visionado tradicional de la obra, pueden interrumpir la escena, colarse en ella y proponer alternativas, asumiendo el rol de cualquier personaje al que quieran suplantar.

Es más que evidente el carácter de profunda experiencia catártica y formativa que tiene colarse en una vida ajena (que por otro lado, podía corresponderse con la de muchos espectadores) y poder hablar además sin pelos en la lengua, sin miedos, ni prejuicios, desde la más pura verdad, con la salvaguarda de hablar desde la ficción.

¿Y de qué habla el montaje y sus espectadores en La chica que soñaba? Pues de una cuestión tan candente como la situación de las mujeres que asumen trabajos tradicionalmente ocupados por hombres; según nos contó Mirando al comienzo del espectáculo, el texto salió prácticamente literal de las conversaciones de Miranda con ingenieras de la Universidad Carlos III sobre sus experiencias vitales y laborales de ingenieras. La propuesta dramatúrgica inicial plantea tres situaciones, tan verosímiles como surrealistas, sobre las vivencias de estas mujeres a través de la trayectoria de un solo personaje: Silvia, la chica que soñó, sueña y soñará. A partir de ahí, el público opina qué se podría haber hecho y, lo que es aún mejor, qué se podría hacer. Porque enseguida se entiende, hasta el más pequeño espectador, que lo que está en juego es nuestra capacidad transformadora del mundo y de la sociedad, no solo la de la individualidad de unos personajes concretos.

Hay que reconocerle a The Cross Border Project otro enorme mérito: el plantear estos peliagudos retratos/personajes sin dicotomías. No hay buenos ni malos, blancos o negros. Encontramos personas/personaje justificando desde la emoción y la inteligencia cada uno su verdad y provocando la respuesta del público ante esos enfoques vitales. Cuando se acaba el espectáculo una se marcha con la cabeza bullendo y muchas preguntas germinando en ella; el debate, pues, continúa después en el coche, en la calle, en el parque… Porque se ha abierto el melón, como diría mi abuela. Lástima que el espectáculo no pueda permitirse durar hasta que el público, como colectivo, llegue a un consenso o colofón, hasta que se siembre un camino más o menos claro por el que continuar la historia, la vida… Así se redondearía ese ejercicio democrático que supone el teatro foro. Pero la agitación, las preguntas, la necesaria incomodidad al advertir que algo no está en su sitio pero habíamos convivido con ello como si todo estuviera en orden, ya está creada. Si aceptamos el reto eso nos hará ciudadanos y seres humanos más críticos, más conscientes, más únicos, más libres.

Y si esto es importante para el espectador adulto es toda una revelación para la efervescencia de los celebros adolescentes. Había en la sala menos pequeños espectadores de los deseados, pero los que hubo dieron altamente la talla. Con unos ojos más límpidos y sin ninguna vergüenza sintetizaron con sus comentarios e intervenciones muchas de las verdades y muchas de las contradicciones de la historia expuesta. Mis pequeños espectadores se quedaron entusiasmados por el enfoque del teatro foro. Eso de que le dejen intervenir a uno… ¡incluso interrumpir!, y que además todas las respuestas quepan y puedan ser consideradas correctas, es tan liberador… Máxime teniendo en cuenta que todo lo que solemos pedirles como adultos a los niños es que se callen y que, cuando hablen, acierten con la respuesta que tenemos como adultos en la cabeza.

Pero no solo hay que alabarle a The Cross Border Projetc la elección del formato de teatro foro. Otros aciertos indiscutibles fueron la escenografía y el espacio sonoro, con una economía de medios tan eficaz como plurisignificativa y un simbólico y acertado protagonismo de las piezas de lego; o las actuaciones, especialmente notables las de Ángel Perabá y Belén Santiago, por encarnar a una galería de personajes que les permitieron desplegar su capacidad de trasformación a través de una hilarante vis cómica sin perder ni una gota de naturalidad ni de dimensión humana.

No perderemos de vista a The Cross Border. Nos han regalado una experiencia teatral que se cuela directamente en la vida.

Por Eva Llergo

DATOS TÉCNICOS

  • GÉNERO Teatro foro
  • DURACIÓN 90 minutos
  • PÚBLICO General / Juvenil
  • ESPACIO Teatro
  • EQUIPO ARTÍSTICO
  • DIRECCIÓN, DRAMATURGIA Y JOCKER Lucía Miranda
  • INTÉRPRETES Anahí Beholi, Belén de Santiago, Ángel Perabá. El espectáculo cuenta con la colaboración de seis adolescentes de Primera Toma, Generación Global y Mundo Quinta
  • ESCENOGRAFÍA  Y DISEÑO GRÁFICO  Javier Burgos
  • VESTUARIO  Paz Yáñez
  • ESPACIO SONORO Nacho Bilbao
  • AYUDANTE DE DIRECCIÓN José Ortuño
  • Vista el 24 de octubre de 2020 en el Teatro Federico García Lorca de Las Rojas.
  • Próximas funciones del 29 de octubre al 1 de noviembre de 2020 en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque de Madrid