Por Ana-Mízar Santos
(Debido a la COVID-19, la obra se ha visionado en formato grabado)
El protagonista de la Edad de la Ira vive sus dieciséis años presionado por una intensidad que le sobrepasa; no alcanza el desencanto reflexivo que sí lograra el poeta Leopoldo María Panero.
El espectador que se sitúe ante esta representación de profundo contenido psicológico tendrá la posibilidad de ver lo que “los otros” (como expresan en su soledad a lo largo de la obra algunos personajes) no ven. Y siendo variadas las voces que configuran esta historia, es el juicio del espectador el que, en la medida que cuente con esos ojos que “en la juventud son deslumbrados”, como dijera el romántico Worthsworth, sea capaz de comprender esta historia en la que la contradicción poética es la clave. Es por ello que, el perfil del receptor, tiene un papel decisivo acerca del mensaje que pueda transmitir esta historia sobre los conflictos ineludibles que conlleva avanzar hacia la madurez. Considero que el potente contenido emocional de la obra llegará sin dificultad a los espectadores a partir de trece años. Por otro lado, quisiera señalar que existe cierta complejidad interpretativa determinante para comprender la naturaleza de la violencia de los personajes que, probablemente, será solo captada por el espectador más maduro.
Un trabajo que, además, merece el reconocimiento por el valor de poner en el escenario asuntos de gran crudeza no ajenos a esa clase media instruida y de discreción forzada. Destaca la trama social, que es verosímil y en la que los adolescentes podrán sentirse, si no reflejados, sí atraídos por los decisivos cuestionamientos identitarios que exteriorizan chicos cercanos a su edad. Todo ello gracias, en gran medida, a un lenguaje acertado y realista.
Los encuadres de la grabación de vídeo dificultarán al espectador la comprensión de la narración teatral al no poder dirigir su mirada libremente por el espacio del escenario y no poder contemplar en bastantes ocasiones la ubicación o expresión de los actores testigo de la acción que se está desarrollando y que aportan una importante carga semántica. Con las imágenes de vídeo proyectadas sucede parecido; el espectador no contemplará el conjunto de la escena y, por ello, no podrá apreciar imágenes que enriquecen la representación e, incluso, liberan de la experiencia angustiante de la que se está tomando parte.
Nos encontramos ante una tragedia que en una hora y cuarenta minutos canta a la vida y a la libertad; expresándose en ella el amor, la agresividad más retrógrada, el amor y la amistad, recordándonos que fue en la adolescencia cuando aprendimos que sin poesía no es posible vivir
Por Ana-Mízar Santos
Fecha de grabación: Online, abierto diferido en YouTube a causa del Covid-19. (13/03/2020)
DATOS TÉCNICOS:
Elenco
Javier Ariano, Alejandro Chaparro, Jota Haya, Jesús Lavi, Rosa Martí
Laura Montesinos, María Romero, María Valero, Álex Villazán y Jorge Yumar
Con la colaboración de Mabel del Pozo e Iker Lastra y la voz de Juan Echanove
Dirección: José Luis Arellano García
Iluminación: Juanjo Llorens (AAI) / Escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Música y espacio sonoro: Luis Delgado / Videoescena: Álvaro Luna (AAI) y Elvira Ruiz Zurita
Coreografías: Andoni Larrabeiti / Caracterización: Chema Noci
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