Por Araceli Hernández

«Siempre he encontrado las puertas inventos fascinantes. Albergan la entrada a una imaginación ilimitada. Antes de abrir cualquier puerta, existe un mundo lleno de posibilidades justo detrás de ella.» Sam Esmail, Mr. Robot

Esta va a ser, hasta la fecha, la crítica más difícil a la que nos hemos enfrentado. En primer lugar, porque su creadora nos pidió al final de la obra que no desvelásemos nada para conceder a los futuros espectadores la emocionante posibilidad de acercarse a este espectáculo tan excepcional desde cero. En segundo lugar, porque asistimos a una función tan diferente a todo lo vivido anteriormente, tan singular en su concepción y tan preciosista en su ejecución que, aunque se nos permitiera aquí resumirla, nos sería imposible hacerle verdadera justicia mediante las palabras.

M.A.R.1

En nuestro discreto intento por abordarla sin cometer ninguna revelación de su forma, sino sólo su esencia, nos vino a la mente la cita con la que comenzábamos la reseña: M.A.R es una puerta cerrada a una habitación misteriosamente desconocida. Como todo acceso hacia lo ignoto, despierta en el espectador un entusiasmo palpitante, una especie de excitación indagadora en la que bullen precipitadamente, sin acabar de fijarse, sensaciones, imágenes e ideas producto de una fantasía que continuamente se ve azuzada a través del discurrir coreográfico y sumamente sugestivo de lo que va sucediendo.

En M.A.R se nos presenta un mundo mágico, deliciosamente íntimo, conservado con esmero a través de los años para exhibirlo ante los espectadores en todo su encanto.  Así, este espectáculo nos ofrece un espectro de posibilidades infinitas (de hecho, se construye y reconstruye, cambia a menudo de rumbo y se abre a nuevas posibilidades, sosteniendo esa primera impresión de avivada curiosidad, la sensación de que cualquier cosa es posible como se nos explica al principio de la obra: «Bueno, en la vida real no se podría hacer nada, pero como esto es teatro…») en las que la lógica se encuentra con la estética para generar espacios por los que perderse plácidamente. Un lugar en el que descansar el espíritu (que no la mente), erigido sobre la maravilla de construir, de crear y no sólo imaginar.

El espectáculo cobra todo el sentido en el auditorio de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, un auditorio versátil y plástico que reconfigura las nociones tradicionales de escenario y patio de butacas, capaz de transformarse (de formas muy sorprendentes) para adecuarse a la intencionalidad que precisa cada obra. Esta vez, generando un espacio que propiciaba esa sensación de intimidad, cercanía y familiaridad, tan acordes a la tónica de lo que acontecía.

M.A.R.2

La historia se desgrana a través del teatro de objetos mediante una especie de arqueología de la emoción, en la que los utensilios se analizan con un rigor casi científico a la par que se contemplan mucho más allá de su utilidad práctica o su descripción física, estudiando su ligazón con el alma humana desde su intensa capacidad evocadora. M.A.R es un canto a la Belleza, así, en mayúsculas, que nos invita a pararnos a apreciar, con los sentidos renovados, la gracia particular que reside en cada uno de los objetos y lugares de nuestro entorno, en definitiva, protagonistas silenciosos que pueblan nuestras historias y terminan por dotarlas de sentido. Desde un minúsculo y banal cachivache, atesorado y catalogado celosamente, hasta el ominoso plano recto de sombra que proyectan inmensos edificios, perfilando las calles y las personalidades de todos los vecinos que los habitan.

En resumen, M.A.R es un deleite, una experiencia como pocas, tras la que el espectador se marcha con el corazón dilatado, los sentidos despiertos, y con la mente vibrando, aún por descubrir las maravillas que nos depara la vida.

Por Araceli Hernández

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA:

Dirección, coreografía e interpretación: Andrea Díaz Reboredo

Construcción objetual: Andrea & Pablo Reboredo(s)

Mirada externa: Xavier Bobés Solà

Creación y dirección musical: Daniel León

Diseño de iluminación:  Andrea Díaz Reboredo

Diseño de sonido: Daniel León

Producción: Cía. Andrea Díaz Reboredo

Duración: algo más de 1 hora.