Por Marta Larragueta

Tras echarle un vistazo a la programación del XXIII Festival Internacional de Artes Escénicas para Niños y Jóvenes y quedar, un año más, impactada con el sinfín de propuestas que se ofrecen durante casi un mes en Madrid, logro decidirme por dos en concreto. Empezaremos por la primera que fui a ver, Night Light, y que me confirmó que, efectivamente, Teatralia (para entendernos mejor) sigue apostando por montajes de deliciosa calidad.

Me acerco a los Teatros del Canal y busco la Sala Negra. Al llegar, hay una fila de pequeños espectadores y sus padres y madres haciendo cola para entrar. Con mi perspectiva de maestra, me parece que las 5 de la tarde de un martes es una hora muy arriesgada para una obra infantil; es fácil que la salida de los colegios quede demasiado cercana como para dar margen a llegar a tiempo a la sesión. Ay, ilusa de mí. Abarrotado hasta la bandera está.

Night-light-0

Entramos a la Sala Negra, un espacio muy amplio en el que dan ganas de lanzarse a correr como una loca de lado a lado. Nos indican que debemos esperar un momento en la zona del graderío de butacas, pero que no nos pongamos muy cómodos porque la obra se desarrollará al otro lado de una misteriosa tela negra. Qué artistas, menuda estrategia de marketing: al poco, estamos todos los espectadores, grandes y pequeños, que trepamos por las butacas de las ganas de mirar al otro lado de la cortina. Al fin nos dejan pasar (qué nervios, ¿qué habrá?) y avanzamos en fila india hacia el interior de una especie de jaima construida en el centro del espacio diáfano. Esto pinta muy bien.

night 3El actor nos espera tranquilo, sentado cómodamente en una esquina; está totalmente metido ya en su mundo teatral y en el espacio mágico de escenario. Altos y bajitos nos acomodamos en la pequeña carpa y hace falta bien poco para que se haga el silencio y quedemos prendados de los movimientos del intérprete. Night Light es el nombre de la obra y nos ofrece una mirada distinta hacia el reino de las sombras. Vemos de cerca cómo el Señor Noche vela por que se cumplan las rutinas de cada ocaso: la hora de lavarse los dientes, el momento mágico del cuento, las peleas por no querer irse a dormir y, finalmente, el respirar rítmico que marca un sueño profundo. Sin embargo, no todos caen en manos de Morfeo con tanta facilidad y hay una pequeña rebelde que no quiere cerrar los ojos y emprende un onírico viaje con el Señor Noche que le enseña la belleza de la oscuridad.

night light 2Todo esto nos lo cuenta un único actor con una maestría envidiable. Y no se lo pierdan: ¡lo hace en inglés! La obra tiene muy poco texto, la comunicación se basa fundamentalmente en lenguaje corporal, gestos, sonidos y la repetición de algunas frases sencillas. El escenario, diminuto y a menos de medio metro de nuestros pies, es una navaja multiusos donde ningún detalle está puesto al azar. Cada puerta, cada ventana y cada recoveco esconden una pequeña sorpresa que el intérprete va desvelando a su debido tiempo. Luces, sonidos y sombras van apareciendo y desapareciendo como por arte de magia en el instante preciso para contribuir a la construcción de la historia. Parece que un equipo entero de técnicos y especialistas se esconde tras la tela negra, pero tan solo vemos al Señor Noche. Fabuloso.

Yo estoy alucinada, pero es que los pequeños espectadores ni pestañean. Alguno se revuelve a mitad de la obra (bendita energía la de la infancia), pero las caras de asombro, las miradas atentas y las risas marcan toda la función de principio a fin. Los adultos parecen encantados y, de hecho, hay algún guiño al público más crecido como suele pasar con muchas obras infantiles y juveniles que no quieren descuidar a los incansables acompañantes.nightc

Podría dar más detalles sobre la trama o sobre algún momento preciso: en Night Light se entrelazan escenas llenas de ternura y delicadeza, con otras marcadas por el humor y la carcajada; hay reflexión, hay sueño, hay complicidad y, sobre todo, hay mucha conexión. Espectadores de todas las edades se ven reconocidos en un ritual tan común y tan diverso como es el de irse a la cama.

En definitiva, se trata de una obra original, muy bien trabajada, que se toma muy en serio a sus pequeños y grandes espectadores. Sin duda, merece una visita si alguna vez vuelven a Madrid.

Por Marta Larragueta

 

FICHA TÉCNICA

GÉNERO: teatro de objetos

EDAD RECOMENDADA: a partir de 3 años

DURACIÓN APROXIMADA: 35 minutos

DIRECCIÓN: Bjarne Sandborg

INTÉRPRETE: Andy Manley

ESCENOGRAFÍA: Mariann Aagaard

MÚSICA: Daniel Padden

ILUMINACIÓN: Anders Kjems

DISEÑO DE SONIDO: Daniel Padden

DIRECTOR TÉCNICO: Morten M. Lausersen