Por Marta Larragueta

El miércoles 2, todavía con los polvorones a medio digerir, nos hemos acercado al Teatro Fernán Gómez para disfrutar de otra de las propuestas que formaban parte del Festival Madrionetas. Hemos llegado mucho antes de la hora, así que hemos aprovechado para visitar tanto el belén de figuras de Playmobil que hay en la entrada, como la maravillosa exposición sobre la evolución de los títeres en España en las últimas décadas. Hay que decir que el belén nos ha gustado, pero ha quedado totalmente eclipsado por la maravilla que el centro cultural nos tenía reservada en la planta de abajo. Hemos pasado más de una hora mirando de cerca y de lejos, muriéndonos de ganas de toquetear, y descubriendo la magia que se puede hacer con casi cualquier material: los títeres con cabezas de grifos de metal nos han tenido riendo un buen rato.

Tras este inicio grandioso, hemos corrido escaleras arriba para llegar a la obra a tiempo y nos hemos sentado expectantes a que empezase Alicia y las Ciudades Invisibles. El pequeño espectador que venía conmigo, con 7 años y la ilusión cargada hasta los topes gracias al aperitivo (y vaya aperitivo) de la exposición, se revolvía en su butaca, muerto de nervios porque empezase la obra. No parecía que fuese a resultar difícil captar su atención porque venía muy predispuesto a dejarse encandilar y, efectivamente, así ha sido: los primeros correteos sonoros del famoso conejo le han tenido volteando la cabeza como un loco tratando de localizar por dónde andaba el animal.

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No ha sido la única vez que la compañía ha logrado cautivar al público gracias a los sonidos que envolvían al auditorio y le metían de lleno en el mundo onírico de Alicia; los sonidos venían de todas partes y la cuarta pared se rompía una y otra vez reclamando la mirada de los asistentes. Un grupo de pequeños espectadores, sentados todos juntos en la misma fila y con ansia de participar, no han podido resistirse y en algunos momentos se han lanzado a interactuar con los personajes que a veces irrumpían en el patio de butacas. No era una obra que se prestase a la participación del público, pero sus respuestas espontáneas han quedado insertas en la trama con cierta naturalidad.

La obra de Onírica Mecánica es, como ellos mismos indican, una creación basada libremente en el texto de Lewis Carroll. Rescatan el hilo fundamental, la caída de Alicia a través de un agujero y su entrada en un mundo extraño y nuevo para ella e invitan a algunos personajes clave como la Reina de corazones o el Sombrero loco. Este último protagoniza una escena muy cómica junto con el Conejo blanco, tomando el té y saltándose todas las normas de comida sana con cantidades ingentes de azúcar en la bebida, que ha hecho las delicias de grandes y pequeños espectadores.

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La estética futurista deja claro desde el principio que la propuesta va a ser innovadora (de hecho se alzó con el Premio a la propuesta más innovadora de la Fira de Titelles de Lleida 2018). Tejidos de plástico, gadgets tecnológicos y un estudiado juego de luces, sonidos y proyecciones, nos trasladan a un mañana onírico en el que Alicia curiosea a investiga, a ratos desconcertada y a ratos divertida. El espectador adulto, una servidora, trata de encontrar continuamente las conexiones con el texto matriz; mientras que mi pequeño espectador asiste con mirada atenta y sin ansia interpretadora. Al salir he constatado que él no conocía el libro de Lewis Carroll. Reconozco que inicialmente me he quedado con una sensación de fracaso ante mi error de no haberlo previsto y he pensado “pero entonces, ¿qué has estado entendiendo todo este rato?”; por suerte, he descubierto que la tabula rasa que traía él al espectáculo le ha permitido relajarse, sorprenderse y no estar pendiente de la intertextualidad que trataba de analizar yo.

Por Marta Larragueta

 

FICHA TÉCNICA

Un espectáculo de Onírica Mecánica en coproducción con los Teatros Romea/TCM.

Alicia: Alicia Bernal.
Actores-manipuladores: Brígida Molina, Estela Santos y Mario Moya.
Espacio sonoro y músicasPedro Guirao.
Escenografía: Ángel Haro, Jesús Nieto, Domingo Llor.
Vídeo: Pablo Jordán.
Diseño de luces: Jesús Nieto.
Realización vestuario: Pedro Lobo.
Producción y distribución: Inés Gutiérrez.
Dramaturgia y dirección: Jesús Nieto.

 

Fecha: 2 y 3 de enero, a las 12 y a las 18

Duración: 50 minutos.

Lugar: Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez