Por Fernando Solís

En estos últimos años hemos podido experimentar un enorme cambio en lo que a teatro dirigido al público adolescente se refiere. Todavía puedo recordar cuando las campañas escolares consistían en versionar clásicos del siglo de oro, entendiendo que esta era la oferta que más se ajustaba a las necesidades pedagógicas de los institutos. ¿Cuántas veces hemos visto adaptado El Lazarillo o los entremeses de Cervantes para el público Joven? Sin embargo, por el motivo que fuera o fuese, este formato no terminó de atrapar y enganchar a un público hiperestimulado por las nuevas tecnologías y sobreinformado con las redes sociales. Escapando a la lógica de todo profesional del teatro (nótese la ironía) las andanzas de nuestro Lazarillo, con esa picaresca tan nuestra, no terminaban de convencer al púber espectador cuyas hormonas y circunstancias le dirigían la atención a otros aspectos de la vida.

Sin embargo, en cuestión de cuatro o cinco años aproximadamente, ese panorama ha cambiado. Surgen nuevas compañías con la intención de dirigir su trabajo exclusivamente a los adolescentes y, ¡atención!, creando nuevas dramaturgias que hablen sobre conflictos concretos y actuales con los que los y las jóvenes pueden sentirse identificados de una manera directa. Una de esas compañías pioneras es la protagonista de esta entrada: Ventrículo Veloz.

Ventrículo Veloz dice una ser una “productora de teatro dirigida al público adolescente” que quiere “plantear los problemas sociales que rodean a los jóvenes mediante una experiencia teatral”. No pinta mal ¿verdad?

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Y, por si fuera poco, comienzan presentando una trilogía: tres obras con tres historias diferentes, cada una abordando un conflicto social. De esta manera, nos encontramos Papel, que habla sobre el acoso escolar; Por la boca, que trata los trastornos alimenticios; y Dados, acometiendo la identidad de género.

¡Casi nada! Y ¿quién va a ser el responsable artístico de esta casi épica hazaña? José Padilla. Padilla tiene la nada fácil labor de escribir y dirigir estas piezas que deberán atrapar  al inquieto, pero curioso, público adolescente.

Con todo esto, una mañana cualquiera, asisto a ver una de esas funciones escolares y comienzo la Trilogía Veloz por la primera de las obras que estrenaron: Papel.

Papel se inspira en el caso real de Jokin Cebeiro, un adolescente que se suicidó con 14 años a causa del acoso escolar, para hablarnos del bullying en su totalidad, más allá de la relación acosador – acosado. Durante la obra se despliegan, escena tras escena, los puntos de vista enfrentados de los distintos agentes sociales que pudieron influir en este duro acontecimiento. Así, podemos ver las múltiples maneras de afrontarlo que tienen los agresores y sus padres; la disparidad que hay en la reacción de la profesora y de la madre de la víctima; o la divergencia de opiniones entre los periodistas que han de transmitir la noticia. Como si fueran las caras de un poliedro, las diferentes partes de un todo, los personajes de Papel nos muestran los componentes de una sociedad de la que todos formamos parte y la manera en la que podemos influir, directa o indirectamente, en el acoso.

Padilla plantea una puesta en escena en la que apenas se ven una silla, cuatro fluorescentes y un saco lleno de rollos de papel higiénico. Y, si bien cuando uno comienza a ver la obra no entiende el título de esta: papel, es precisamente en él (en el papel) donde recae el peso de la historia, convirtiéndose en un elemento simbólico fundamental del drama. Es un verdadero placer ver como Padilla convierte un objeto cotidiano, sin importancia, banal; en un elemento peligroso, decisivo y desencadenante del más terrible suceso.

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Por lo tanto,  Ventrículo Veloz, se sirve de una sólida dramaturgia y una puesta en escena sencilla para atrapar al público adolescente. Pero para que esta fórmula dé resultado falta hablar de un pilar fundamental en ese “vehículo más ancestral y poderoso que ha creado la humanidad” que es el teatro: los actores.

Tarea complicada la de esta actriz y este actor que protagonizaban la obra. Vestidos con una ropa tan sencilla como una camiseta y un pantalón vaquero, utilizando dos micros y papel higiénico, los actores daban vida a los muchísimos personajes que aparecen en esta historia. Daba igual si el actor, barba incluida, interpretaba a la profesora: todo se entendía y la historia seguía teniendo sentido. A veces, sencillamente por un pequeño gesto o con un cambio de la voz, el público podía saber que habíamos pasado de una escena a otra y que los personajes habían cambiado. Las escenas, aparentemente inconexas, estaban perfectamente hiladas y tanto Daniel Jumillas como Ana Vayón nos llevan por ellas mostrando una capacidad para contar, para comunicar y para emocionar, dignas de mención.

Y es que los jóvenes espectadores que estaban en la sala prestaban atención desde la inquietud natural de su edad. Entre comentarios y risas, escuchaban y el mensaje de Ventrículo Veloz iba calando poco a poco. Finalmente, la representación acabó en un silencio que se rompía inmediatamente con los aplausos de agradecimiento al trabajo de la compañía. En un breve posterior coloquio, el alumnado de los diferentes centros demostraba su sensibilidad y comprensión ante el tema, incluso alguna persona se animó a revelar cómo se sentía con las bromas que le gastaban en clase. Y es que el mensaje de Papel, llega a lo más hondo sin dejar indiferente a nadie.

La primera parte de esta trilogía cumple expectativas (las mías) y hace que tenga más ganas, si cabe, de ver las otras dos propuestas. Ventrículo Veloz nos regala un teatro honesto, sin elocuencias y pretensiones, sencillo y como bien dicen ellos: […] sin imponer un modelo de pensamiento. Desde la libertad, el respeto y la tolerancia.

Por Fernando Solís

DATOS TÉCNICOS:

Autor y director: José Padilla
Diseño sonido: Sandra Vicente

Diseño Iluminación: Juanjo Llorens

Diseño gráfico: Verónica Pérez
Fotógrafo: Mateo Liébana, Stephen W. Thomson
Vídeo: Eduardo García y Diana Mangas

Equipo técnico: La Cía de la Luz

Material didáctico: Cuque G. Arenas
Productores: Verónica Pérez y Cristóbal Suárez

REPARTO:

Ana Vayón

Daniel Jumillas

Recomendado a partir de 11 años.

Duración: 45 minutos + encuentro con el público.

Reservas y fechas: https://www.ventriculoveloz.com/reservas-y-fechas/